Esta Pandemia ha dejado y dejará muchos saldos. Uno bien podría ser la comprobación de que la salud individual y la salud colectiva no son cosas separadas. #CuidarteEsCuidarnos, #CuidateCuidame, #NosCuidamosEntreTodos, y miles de slogans más proliferaron tratando de vehiculizar ese mensaje.
Más allá de la centralidad mediática (y de redes sociales) ocupada por la Pandemia, hace muchos años la OMS sigue con preocupación cómo el uso inadecuado de los antimicrobianos va generando un impacto negativo en la salud colectiva, en las instituciones de salud, en la salud ambiental (animales, plantas y ecosistema en general).
El uso de los antibióticos, en realidad es también un tema de salud en el que convergen claramente el cuidado personal y la responsabilidad social. ¿Por qué?
Uno de los descubrimientos más importantes de la historia de la Salud, vivida en su época como una enorme conquista, que salvó millones de vida y evitó aún más hospitalizaciones, puede perder eficacia a raíz del uso inadecuado que acelera y aumenta la resistencia de los microorganismos.
Los antibióticos son medicamentos utilizados para prevenir y tratar las infecciones bacterianas. La resistencia a los antibióticos se produce cuando las bacterias cambian y resisten el efecto del antibiótico. Como resultado, los medicamentos se vuelven ineficaces y las infecciones persisten en el organismo, lo que incrementa el riesgo de propagación a otras personas.
Muchas veces se confunde: las bacterias, y no los seres humanos ni los animales, son las que se vuelven resistentes a los antibióticos. Estas bacterias farmacorresistentes pueden causar infecciones en el ser humano y en los animales y esas infecciones son más difíciles de tratar que las no resistentes.
La resistencia a los antibióticos hace que se incrementen los costos médicos, que se prolonguen las estancias hospitalarias y que aumente la mortalidad.
Una bacteria resiste un medicamento cuando cambia de algún modo. El cambio protege la bacteria de la acción del medicamento o neutraliza el medicamento.
Cualquier bacteria que sobreviva a un tratamiento con antibióticos puede multiplicarse y transmitir sus propiedades de resistencia. Además, algunas bacterias pueden transmitir sus propiedades de resistencia al medicamento a otras bacterias, como si se pasaran las respuestas a un examen para ayudarse a sobrevivir.
Es normal y de esperar que las bacterias adquieran resistencia a un medicamento. No obstante, la manera en que se utilizan los medicamentos influye en la rapidez y el grado en que se produce la resistencia.
Los antibióticos actúan en el proceso de la enfermedad al destruir la estructura de las bacterias (paredes o membranas) o su capacidad de dividirse o reproducirse porque interfieren en la síntesis de proteínas y de los ácidos nucleicos bacterianos.
La acción de los antibióticos sucede sobre diferentes regiones . En general son consideradas:
En nuestro país tenemos arraigada la creencia de que los antibióticos no son dañinos y por eso tenemos un consumo inadecuado muy elevado. Por eso, no está de más insistir en que usar antibióticos cuando no corresponde:
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A nivel individual no es efectivo y puede tener efectos negativos. A nivel colectivo, es directamente perjudicial.
Para frenar la resistencia de los microorganismos toda la comunidad puede colaborar:
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Dra. Gabriela Mudryk
Infectóloga Pediátrica
infectologia@hospitalsanroque.gob.ar