En el último Boletín Epidemiológico del Ministerio de Salud de la Nación se difundieron los datos de 2022, que marcaron un pico de casos de meningitis respecto a los valores registrados durante la última década. Pero además, la alarma se enciende al considerar que la cantidad de casos creció un 30% respecto al 2019 (pre-pandemia). “Las bajas coberturas de vacunación registradas en los últimos años”, son la raíz del problema, según se informó en el Boletín Epidemiológico Nacional.
En relación a este evento, el Jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos de nuestro Hospital, el Dr. Roberto Ariel, fue entrevistado por Radio LT14. Aquí compartimos algunos puntos salientes de la nota.
Los síntomas de la meningitis son: intenso dolor de cabeza, fiebre, rigidez de nuca, vómitos, pero mucho más importante que estar atento a los síntomas, es estar atentos a los planes de vacunación.
Durante la Pandemia bajó la incidencia de todas las enfermedades, porque, al estar aislados, las bacterias y los virus no circularon; pero también sucedió que se perdieron los hábitos de control sistemático de los niños y la adherencia a los planes de vacunación.
La meningitis es una enfermedad multifactorial. Cuando uno está hablando de meningitis a secas, se refiere a la meningitis bacteriana, que tiene varios agentes productores. El más importante era el hemophilus influenza tipo b, que se incorporó, primero a la vacuna triple, luego a la cuádruple que era ahora es la pentavalente, que se pone a los 2, a los 4 y a los 6 meses y al año y medio.
Esta vacunación prácticamente hizo desaparecer esa etiología, que era la más importante.
A partir de esa disminución del hemophilus, consecuentemente, el que se volvió más frecuente, fue el neumococo. Pero se instaló la vacuna trecevalente, a partir del año 2012, y se obtuvo una inmediata respuesta en la disminución de la frecuencia de las meningitis por neumococo.
La meningitis causada por esta bacteria es la que justamente resurgió a partir de la baja cobertura de vacunación últimamente. Por eso hay que poner énfasis, en la aplicación de la vacuna prevenar 13 que se hace a los 2 , 4 y 12 meses.
Lo que se observa es que las primeras dosis, tienen alto nivel de cobertura, pero luego va bajando, hasta menos del 80% para la tercera, que es algo inaceptable.
Estamos hablando de una de las infecciones más severas, que tiene una mortalidad muy elevada. Aún con tratamiento, bien hecho y oportunamente, de alrededor del 10%. Para los sobrevivientes pueden quedar secuelas neurológicas, parálisis cerebral, convulsiones, déficits auditivos, visuales. En definitiva, es una enfermedad que genera miedo. Aún los que conocemos del tema, le tenemos mucho respeto a la enfermedad.
La forma más eficaz de combatirla es previniendo, y la vacuna es un puntal fundamental
En realidad, a las personas no nos gusta que nos pinchen, y por ahí, la vacuna de por sí es un poquito antipática. También hay algunas corrientes que desconocen el valor y la importancia de la vacunación. Subestiman y piensan “no, a mí no me va a tocar”. Pero, muy pocas personas ante la prescripción del pediatra manifiesta directamente: “no voy a vacunar a mi hijo/a”. Lo que sucede son pequeñas cosas: “fuí al vacunatorio y no había vacuna” “el día que iba a ir justo estaba resfriado” “no llevé el carnet”,” “llovió”, etc. Algunas cosas que nos dan la excusa en ese momento, y después se nos pasa. Pero, en la mayoría de los casos no hay una convicción antivacuna. Sobre todo para estas vacunas, archiprobadas, que antes eran vacunas de 100 dólares la dosis, y que hoy las tenemos garantizadas, y que son gratuitas.
Nuestro plan de vacunación nacional está a la altura de los mejores del mundo, tenemos vacunas contra casi todo. De hecho estamos prontos a instrumentar la vacuna contra la bronquiolitis. Ojalá se pueda lograr porque es la mayor causa de morbimortalidad de lactantes, en nuestro país y en casi todo el mundo.
La bronquiolitis (causada por el Virus Sincicial Respiratorio) normalmente no genera complicaciones, pero tiene una contagiosidad muy alta. La inmensa mayoría de los niños la sortean sin dificultad, pero a algunos la dificultad respiratoria les genera dificultad para alimentarse, dificultad para dormir, un gran esfuerzo respiratorio que los agota, y terminan necesitando oxígeno, y el oxígeno se puede suministrar de distintas maneras: desde una simple nariguera -que ya requiere internación-, máscara con reservorio, o oxigenoterapia de alto flujo, o asistencia respiratoria mecánica. Todos esos son escalones progresivos de complejidad durante una internación.
Por eso, ni asustarse, porque se tenga el rótulo de bronquiolitis, ni dejarse estar si el chico tiene dificultad para alimentarse, para dormir, para respirar, fiebre alta, se le hunden las costilllas al respirar.
Además hay que atentender a que cuanto más chicos más vulnerables son porque se cansan antes, la vía aérea es más finita y se obstruye antes y la eficacia de la tos es menor. Un grupo de riesgo al que cuidar especialmente son los prematuros, los niños con enfermedades de base, con inmunocopromiso, cardiopatía o algún síndrome con debilidad muscular.
Es importante fortalecer el vínculo con los pediatras de cabecera, y jerarquizar la guardia reservando su uso para las urgencias. Porque si no, saturamos las guardias de pacientes que no la necesitan y los chicos se terminan contagiando en las salas de espera. Además, eso puede generar demoras en la atención de niños con patologías que requieren la pronta atención.
Si normalizamos la temperatura, sacamos las secreciones nasales, pero aún así el niño respira con dificultad, no se puede alimentar ni descansar, entonces merece la consulta, primero, y si es posible con el pediatra de cabecera (los pediatras siempre nos acomodamos para atender a nuestros pacientes enfermos). la inmensa mayoría de los niños no necesitan la internación, y sí reservar esa para los que realmente lo necesitan.
https://www.radionacional.com.ar/meningitis-por-la-baja-cobertura-de-vacunacion-se-duplicaron-los-casos/